Una esperanza de vida

Soy Álvaro Parra, colombiano, casado con Smirna, Álvaro y Melanie son nuestros hijos. Agradecido con Dios por tan bello regalo. Viví un pasado difícil, una infancia trastornada por las costumbres desordenadas de mis padres.  Con 19 años emigré a Estados Unidos, trabajé arduamente, me sentía confiado en posiciones importantes de restaurantes, barman, cocinero y gerente; estudiaba y además tenía bailes y borracheras. Me sentía capaz de todo y de abrazar el mundo, mi vida no era correcta. Dos de mis hermanos fallecieron y esto me hizo refugiarme en el licor por un buen tiempo.

Estudiando conocí a mi esposa Smirna de Guatemala, de familia cristiana, principios sólidos y orientados en la palabra. Yo estaba desorientado, perdido y totalmente analfabeta del Evangelio. Me pregunté cómo sería posible sobrevivir nuestro matrimonio.

Sentía la lucha entre carne y espíritu, pasaron 10 años y no tenía ningún cambio. Mis expectativas, bastante altas con respecto al éxito, y luchando con mis propias fuerzas lo que lograba era cansancio y desánimo. Mientras pasaba esto, recordaba que en clase de filosofía me inculcaron que Dios no existía y que la religión era como tener un policía al lado y me catalogué como ateo.

Aun hoy, siento mi corazón palpitar rápido de emoción y satisfacción porque Dios me ha escuchado. Solo Dios puede hacer cambios en nuestra vida. Jesús en su infinita misericordia se acerca a cada ser humano a pesar de su pecado ofreciendo su amor y perdón y al aceptarlo, usted podrá cambiar su estilo de vida del mundo al dominio de Dios.

Mi matrimonio y relación con mis hijos se deterioraba cada día por mi rebeldía con Dios, ignoraba la oportunidad que Dios me daba, para mantener mi matrimonio a pesar de mis malas decisiones. Me involucré en actividades de la iglesia, esperando un milagro pero nada pasaba. Fueron incontables las noches de ansiedad, lucha, clamor, lágrimas tratando de entender lo que pasaba, quería que mi vida cambiara.

Fuimos invitados a un servicio en el Lincoln Center, Manhattan. Mientras esperábamos entrar al lugar, personas contaban sus expectativas. Yo, asistiría y nada pasaría. Gracias a Dios no fue así, Dios tenía otros planes. Isaías 55:8-9 8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

Tan pronto mi pie tocó ese lugar sentí mi piel erizarse, y un peso de culpa en mi corazón, lloré durante todo el servicio. Fueron momentos de clamor, oración, y perdón. Me sentí sucio y culpable de tantas cosas que solo Jesús podía limpiarme. Mientras lloraba sentía como Jesús cubría mi corazón, mente y cuerpo. Sentía como todo cambiaba a mí alrededor desbordando una sensación de paz y tranquilidad, mis ojos fueron abiertos, mis oídos podían distinguir las notas y palabras de las adoraciones que pronunciaban el dolor que Jesús pasó cuando fue crucificado. Con mis ojos cerrados podía ver todo el lugar donde Cristo fue azotado y crucificado. Mientras absorbía esto, me sentía en ese mismo lugar tan trágico pero tan especial, porque allí Jesús murió para darme salvación. Él me redimió del pecado. Podía ver una esperanza viva, volver a nacer.

Aun hoy, siento mi corazón palpitar rápido de emoción y satisfacción porque Dios me ha escuchado. Solo Dios puede hacer cambios en nuestra vida. Jesús en su infinita misericordia se acerca a cada ser humano a pesar de su pecado ofreciendo su amor y perdón y al aceptarlo, usted podrá cambiar su estilo de vida del mundo al dominio de Dios.

Hoy, tengo hambre y sed de querer buscar más de Dios. Llevo el evangelio a personas que se sienten como yo me sentía. Poder hablar con certeza de que Dios es real, que cambia vidas cuando nosotros le buscamos de corazón o quizás no salen palabras de nuestra boca, pero como dice en Romanos 8:26- “y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”

Entendí que necesitaba tener y mantener una relación sincera, leal, y transparente con Dios. El Señor ha hecho grandes cosas en mi vida, hoy gozo de una linda relación con mi esposa e hijos; trabajamos juntos a través del ministerio Coalición para Cristo. Un ministerio conformado por miembros de diferentes iglesias y nacionalidades, apoyando en la evangelización en comunidad trayendo más personas a los pies del Señor. Si yo lo hice, tú también puedes hacerlo. Una Esperanza viva, volver a nacer.

Me gustaría dejar este pensamiento para los lectores.
Lastimosamente desde pequeño fui programado a pensar que valía nada. Sin embargo Dios nos dice que nos escogió para grandes cosas, ¿sabe usted por qué y para qué lo escogió Dios?

Por: Alvaro Parra