Mujer Diamante

Ana Patricia Chaves Preciad. Se entregó a Dios y a su pasión: La cocina

Empiezo contándoles que soy Ana Patricia Chaves Preciado. Nací en La Variante 54, Tumaco, un municipio del departamento de Nariño en Colombia. Hasta los seis años viví en La Variante. El resto de mi vida en Cali, Valle del Cauca. Dejé de ser la hija consentida y pasé a ser hijastra, algo muy traumático. Un hogar bastante disfuncional. Cocino desde que tengo memoria, es mi gran pasión. Fui mamá a los 18 años y me enfrasqué en una relación de tortura, sufrimiento y dolor. Por amor a mis hijos le rendí mi vida a Cristo. Dorian Varela me presentó a Jesucristo y es lo mejor que me ha pasado.

No quería que mi historia se repitiera y sabía que solo alguien superior a mí era quien me podía ayudar y fue ahí donde le dije a Dios que si era verdad que Él ofrecía una vida diferente yo quería vivir esa vida. Fue un encuentro maravilloso, único, difícil de explicar con palabras.

Conocí a Cristo a mis 27 años. En todos estos años yo rogaba a Dios por la restauración de mi hogar. No fue que Dios no me escuchó, es que a mí me falto discernimiento para entender lo que estaba delante de mí. Este hombre siempre me fue infiel, con vecinas, familia, no tenía límites. Después de muchos años de sufrir y de vivir dedicada a él, le dije a Dios que esa no era la vida que quería, que me diera el valor para tomar decisiones.

Estuve 40 días orando y pidiendo a Dios respuestas y él me fue respondiendo. Luego le dije que me diera el valor para tomar decisiones y fue ahí donde decidí irme de esa casa y salir de ese hueco en el que vivía. Tenía mi proyecto de vida enterrado y lo saqué, me puse a estudiar, porque el doctor Darío Fuertes Bolaños me dijo: “tu cocinas rico, pero si no estudias no pasa nada”. Con la ayuda de él y mis hijos empecé a estudiar. Aunque mucha gente dijo que “no”, hice caso omiso.

Dios solo estaba esperando que yo tomara decisiones para entrar a obrar, me preparó en los años de servicios en el ministerio para lo que vivo ahora, como una chef reconocida. Doy charlas en iglesias, a estudiantes y donde me necesiten. A través de la cocina muestro el obrar de Dios. El me abre puertas, me ha llevado a otros países, me alegra el alma. Cada vez que alguien me dice que la escuche la vida me cambia.

Tengo dos hijos que parí de mi ser y uno que Dios me regaló en su infinita misericordia. Tres hijos maravillosos que son el mayor regalo que me ha dado Dios.

De todo lo duro que he vivido, he aprendido que de ahí Dios me levanta, fue una adolescencia muy triste, solo tuve niñez hasta los seis años, de ahí en adelante fui mamá de mis otros hermanos.